Un conflicto amoroso da lugar a un conflicto político-social. El Comendador se ha convertido en tirano por cultivar un amor lascivo, pero también por robar las cosechas de sus vasallos, atropellar sus instituciones y afrentar a sus autoridades. Quebrantado, pues, el orden político, la rebelión popular no es un intento revolucionario de subvertir el orden, sino de restituirlo y mantenerlo. Cuando la autoridad pierde su legitimidad, la colectividad hace uso de su derecho a la resistencia y restablece el orden.